Este proyecto lo encontraron en una habitación del estudio que tenía Bowie en Nueva York, que siempre estaba cerrada y que los únicos que podían entrar eran el artista y su asistente personal. Este musical se descubrió gracias al trabajo de los archivistas cuando arrancaron a catalogar sus pertenencias.
Utilizando un bolígrafo negro, el recordado cantante calificó de 1 a 10 varias de las partes de la obra, y agregó notas a las distintas historias que pretendía contar en esta pieza que no llegó a concluir.
Algunas de estas notas, escritas en pequeños trozos de papel, se encontraban colgadas en las paredes del estudio y, de haberse completado, “el musical habría hecho realidad una de las ambiciones de toda la vida de Bowie”, según la cadena británica.