Es el disco más ecléctico que Prince haya grabado nunca, abarcando estilos como rock, pop, soul, funk, algunas bases tomadas del dance e incluso jazz o jazz electrónico. Prince se hace cargo de la composición y la instrumentación (exceptuando los instrumentos de viento), así como de los arreglos y la producción. Como resultado, el álbum suena más funk y más electrónico que sus predecesores. Generó tres top10 y aunque las ventas en su día fueron pobres, está considerado por la mayoría de los críticos el mejor trabajo del artista de Minneapolis.